Recientemente, el grupo de voluntarios de T-Ayudo ofrecieron
como cada mes un día sábado de sus vidas para las personas indigentes, que
viven en condición de calle.
Un día que ellos esperan con ansias, pues ellos son
recibidos con un desayuno delicioso, toman un baño reparador y calefaccionado.
Reciben el amor y cariño de estos héroes anónimos. Además
sus cuidados como una muda de ropa limpia y zapatos. Reciben curaciones en heridas, además de
atención de podología y peluquería.
Reciben un almuerzo preparado con mucho cariño y dedicación
por los voluntarios. Son atendido, escuchados y orientados por estos hombres y
mujeres que de manera desinteresada buscan servir al Señor Jesús.
Ellos ven los frutos de su trabajo. Durante la semana muchos
se acercan a buscar la ayuda verdadera que sólo Dios puede dar y participan en
las reuniones de la Iglesia Universal del Reino de Dios.
La responsable del grupo, Nancy Lovera, cuenta que son
siempre bien recibido y esperados con ansias por quienes encontraron en ellos
el amor que muchas veces no había dentro de sus propias familias.
“Siempre vemos un cambio en el grupo, muchos vuelven a sus
hogares, otros buscan trabajo y así pueden superar esta situación de abandono.
Ellos al vernos nos abrazan y nos cuentan como ha sido sus vidas, algunos con
alegría reconocen el trabajo de la Iglesia Universal y nos cuentan que han
asistido. Lo más gratificante es ver la esperanza en sus rostros, la alegría al
sentirse valorados”, declara la Señora Nancy Lovera.
Con el objetivo de ayudar al prójimo, donan su tiempo y
esfuerzo prestan cariño y servicio a los más desamparados de la sociedad.
Cualquiera puede convertirse en voluntario y ser responsable
de brindar cariño y amor a los más necesitados.
Done alimentos, ropa limpia, zapatos, alimentos no
perecibles y útiles de aseo personal. Visite el sitio www.iglesiauniversal.cl y conozca un poco más sobre el trabajo del
T-Ayudo.
La señora Sandra nos cuenta: “Hace tiempo que hago parte de
este grupo y mi alegría no cesa desde que entre.
Llevamos amor para amenizar el dolor de estas personas
olvidadas y despreciadas por muchos, pero no por nuestro Señor Jesús y tampoco
por nosotros.
Vemos en cada mirada una felicidad inexplicable, vemos
esperanza. Agradezco a Dios por esta oportunidad”.
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